sábado, 24 de agosto de 2013

Mujer soltera busca

Y comienzo mi rutinaria faena de despertarme esta mañana para encontrarme con un whatsapp de “la pingüina”, mítico personaje que se cuela de repente en mi vida. En este whatsapp me revelaba la historia de un brevísimo romance que pretendía tener la susodicha. Aparentemente un tío bastante atractivo para ella en personalidad y físico estaba rondando sus huesitos. La mencionada fémina estaba altamente emocionada por el encuentro con el galán en cuestión. Una vez ahí con él de cerca su infatuación rápidamente fue disminuyendo hasta el punto de l declaración “va a ser mi amiguito”.  Entre otras cosas, porque estaba demasiado musculoso.

En alguna otra ocasión tuve una seria platica sobre parejas con otra adorable y atractiva amiga mía de apodo “La ojos”. En esta conversación tocamos el tema de las expectativas de ella. Debido a que ella practica cierta religión fuera del estándar mexicano de la cruz y los santos, su expectativa es que un hombre bueno para ella sería aquél que estuviera infiltrado en su religión o dogma. La razones eran bien lógicas, desde que la comprensión del otro sería mucho más amplia, hasta el hecho que la dicha religión no admite vicios.  Y van 5 años en la práctica de esta filosofía y nomás no veo claro.
 Claramente hay una cultura muy esparcida, especialmente entre las mujeres, de que el hombre al que van a amar debe tener ciertas características y ciertas aptitudes que converjan con las de ellas. Recordando a la chica de la cita de hace unos días, recuerdo específicamente una frase particularmente hilarante. Dijo: “Tu obligación como caballero es mantener a tu mujer y dejar que su dinero sea suyo”. Necesariamente tuve que salir de ahí.

Lo que me he encontrado a lo largo de estos años es una muy cómica línea temporal de relaciones propias  y ajenas, donde todo lo que uno considera importante para una relación tiende a ser lo menos importante durante una relación. Los problemas más grandes de una relación rara vez tienen que ver con estas características que consideramos tan importantes al buscar pareja. Quizás deba ser tiempo de sacarnos de la cabeza la lista de solicitudes y nada más buscar, por donde se pueda, sabiendo que muchas veces las grandes diferencias provocan las más grandes coincidencias.

viernes, 23 de agosto de 2013

Lie to me

Buenos días,

Mi nombre es Cole y soy un mentiroso.
Así probablemente podría comenzar este texto. Para empezar por que lleva precisamente el punto que quiero comentar. La mentira. Lleva una verdad y una mentira este solo enunciado. Porque en efecto, soy Cole, pero no lo soy. Siempre he dicho que toda mentira debe llevar un 90% de realidad. Todo mundo dice “Quien dice la verdad no tiene que recordar nada”. Yo creo que el ser humano puede enseñarse a hacer cualquier cosa. Mentir es una de las más fáciles. Mentir sin ser descubierto es un arte.
Aun llevo conmigo mentiras que están por revelarse. Algunas son sencillas y solo mantenidas por diversión y para no contradecirme. Otras son cosas terribles que es mejor no explorar. Pero tengo mentiras que hasta hoy no se han podido descubrir. Esto para nada me hace un artista, solo me hace terriblemente humano.
Creo que la diferencia es que estoy plenamente consciente y no me justifico sobre las mentiras que he dicho, mientras muchos de mis compañeros homo sapiens mienten compulsivamente y sin darse cuenta del propósito. A veces se comienza mintiendo en un marco de lo que llamamos “mentiras blancas” y estas terminan siendo terribles mentiras. La mentiras blancas son aquellas que nos permiten vivir en sociedad, conservar un trabajo, educar a un hijo, conseguir una pareja y fingir demencia cuando es nuestro turno d pagar impuestos o una deuda.
Sin embargo, esas mentiras blancas son precisamente el remedio contra la honestidad pura, es la manera como los gobiernos, las iglesias, los partidos políticos, la televisión y hasta el concepto de familia han logrado mantener un control sobre el alma del pueblo en general. Espero no ser malentendido con algún hipiee que sueña con la sociedad perfecta, no. Simplemente a través de los años, siendo un mentiroso y manipulador, me doy cuenta que nos gusta que nos mientan, pero no nos gusta descubrir que se nos ha mentido. La mentira viene acompañado de algo que todos hemos sido y de manera voluntaria. Un crédulo. Este personaje, que somos tu y yo, ha decidido que l verdad es mucho más difícil de manejar de lo que creyó, por lo tanto, asume el rol de darle la verdad a otro para que la maneje. No tiene nada de malo. El problema es la ira, la decepción, el sufrimiento que este personaje siente (o quiere sentir) al descubrir que su papel de crédulo fue ultrajado y manipulado.
Creo que la parte de nos agobia de la mentira es que para lograr ser víctima de ella, uno debe tener confianza y esta reside en la gente, no en las historias que cuenta. Y la gente es tan voluble.

Por eso vengo aquí, a este foro, a declararme mentiroso y crédulo, sabiendo las consecuencias de estar en ambos lados del paisaje. Por un lado decepcionas y traicionas con alevosía y ventaja, llegando a un punto de no regreso cuando se trata de mentir y por otro lado sentir ira y decepción por saber que yo he sido el culpable de creer una historia y querer responsabilizar al otro por ello. Creo que en ambos roles, uno es cruel, no lo creen?

martes, 20 de agosto de 2013

Entrevista intrínseca


“Y que navega en tus ojos un aviso personal”
FD

Vagamos con esa bandera no? Un pequeño aviso personal, aun estando en pareja, que anuncia quien somos y que queremos. Nos inunda las ganas de compartir el mundo con alguien más. Algunos en el afán de hacerlo, obvian las declaraciones primarias del anuncio del otro y nos envolvemos en tratar de cambiar a la otra persona o modifica temporalmente nuestras expectativas con tal de tener alguien con quien compartir el día a día.

Como me fue requerido, marque al llegar a las instalaciones del lugar de encuentro. La voz femenina me solicito me hiciera wey un rato pues aún no estaba preparada. Di un par de vueltas a la zona mientras cargaba gasolina y pasaba al cajero para regresar al punto acordado. La fémina que había sido requisitada para salir conmigo esa noche se veía bastante bien. Sin duda esto de salir o “las citas” es lo más parecido a una entrevista de trabajo que hay en las relaciones humanas.

Concertada sin conocer nada de la susodicha, me embarque a la aventura siempre emocionante de conocer a una persona del sexo opuesto con el atractivo suficiente como para que uno se anime a invitar. Entre las primeras palabras de la velada poco antes de ubicarnos en los asientos del restaurante aparecieron las palabras “tradición”, “Lo que piensen de ti”, “Barbera”, “Injusto”, “familia” y algunas otras declaraciones que culminaron con la decisión de la mujer de no terminar su cena. Esto de dejar un plato a medio comer hace que me hiervan todas mis fibras de mi joven pobre que vive aun dentro de mí.

La entrevista termina y yo no tengo otra cosa que ser cortes, despedirme y tomar rumbo de nuevo a mi casa. Todos esos elementos superfluos de la vida que a uno le interesan se encuentran a veces no satisfechos por los elementos superfluos de la otra persona. Entonces, para que seguimos colgándonos los letreros de avisos personales. Para que esta constante búsqueda de quien comparta nuestras noches, nuestra cama, la mañana desde adentro, la vida y todas las superficialidades que nos caracterizan?

Pero viene un día entonces, donde exactamente la misma situación incluye las palabras: “libre”, “sin miedo”, “Independiente”, “Maduro”, “unión”, “Compañera”, “Construir” y “mientras dure”. Bendita sea esa cita. Bendita sea la espera por que entonces poco puede la razón y la entrevista hacer para evadir ese preciso momento donde uno sabe que es tiempo de bajar ese aviso personal.

Y además pide carne y se acaba la cena…