martes, 24 de septiembre de 2013

Guadalajara, mi amor! 1

Vengo regresando de lo que seguramente el destino andaba cocinando para mí como mi pedazo de cielo. Una amiga mía comentó alguna vez en una descripción para otra amiga como “Cole, es como la reencarnación de Pedro Infante.” No estuve muy de acuerdo de inicio con esta declaración. Yo como que me autonombraba la reencarnación de Copérnico o de Mendel o alguien así como trascendental en la vida científica, pero como con mucha hueva. Después de los últimos 5 días en Guadalajara presiento que la introspectiva se merece un manazo y la interpretación externa de mi amiga termina por ser una terrible realidad.  

                Me hallé en una ciudad diseñada para mí. “Y le gustó la ciuda’, Joven?” Me interrogaba el taxista que me dio un ride al aeropuerto a mi salida. Mexicanote el condenado. Bigote largo hasta el borde de la quijada, panzón y malhablado. “Sí, está muy chula la mendiga” comenté. “Pos a mí se me hace igual que el D.F. pero la mera neta aquí están bien pinche buenas las viejas. Por todos lados hay viejorronones” No me quedo otra que reírme en voz alta porque, a pesar del tono más bien perverson del hombre, esta declaración era absolutamente cierta. Mi mirada estaba inundada de placer. A donde fuera y donde mirara había de estas criaturas que a mí me encantan, esas que se han vuelto un motivo de estudio para mí. Mujeres. Tengo la firme convicción que todas son maravillosas de una u otra forma. Una mirada, un gesto, una acción, pero todas, hasta las mas perversas, tienen algo encantador. Pero Guadalajara me las enseño de una manera altamente adornada. Incluso mi corazón se quedó plantado en las tierras de una de ellas. Ignoro si lo sepa para estos momentos pero hoy soñé con ella.

                Una tapatía alta, de tez blanquísima, ojos grandes y redondos, labios carnosos y la voz más suave y sexy que he escuchado hasta hoy. Desafortunadamente mi debilidad por la susodicha me dejo pasmado. Casi tanto como cuando conocí a una tormenta, pero no igual. Mis piernas temblaron, mi voz se rompía, mi completo ser se estremecía en duda. Cómo podré hablarle a esta sirena tapatía? Por desgracia ya para el momento que me atreví a hablarle, el tequila en mi cuerpo sobrepasaba los niveles de agua y sangre en él por lo que mi torpeza fue multiplicada y solo alcancé a alabar alguno de sus atributos y le di mi teléfono. No, no pedí el suyo, el idiota de mi le dio el mío. Ahora comprendo eso que dicen que “Alcohol and por judgment don’t make a good choice”.

                Y bueno, el tequila. El pueblo (o ciudad, por si alguien se ofende) es hermoso. Caballos en las calles, cantina a cada dos vueltas, y la destilería de José Cuervo. No sé qué es pero creo que Pedro Infante vive en mí ahora. Y el ritmo de la gente, su tono tapatío, la comida, el mariachi a casi cada diez minutos sentado en una cantina, en fin, todo lo que un charro a caballo quiere de la vida. Y la vida la viví ahí. Cantando, bebiendo, mirando y al final enamorado. Tuve mi primer momento Pedro Infante al ver pasar a la gente en la lluvia, voltear mi cabeza y ver a todos mis hermanos y sus hijos sentados en una cantina comiendo, bebiendo (menos los menores, claro está), hablando, riendo, tomándose de la mano para recibir la electricidad del tipo de los toques. Pero parecía más que se tomaban de las manos para orar, una oración divertida, llena de tradición y risas. Creo que el tipo de los toques eléctricos es una especie de cura, sacerdote cuyo propósito es que la gente se tome de la mano con más fuerza de la que jamás se habían tocado. E incluso algunos bajamos la cabeza y cerramos los ojos mientras nos pasa su palabra a través de la electricidad.


                Más detalles en otro post, por ahora espero a Laura, a ver si mi torpeza le atrajo en absoluto siquiera para contestarme. 

2 comentarios:

  1. siempre nos atrae lo nuestro, las tradiciones...creo que en esta enorme ciudad nos hemos olvidado de convivir, de hablar, de tomarnos de las manos. Todo es por celular, por redes, internet, pero ya casi nunca ves a la gente a los ojos cuando le dices algo, hay que volver a eso. saludos

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    1. A veces se nos olvida vivir por tratar de demostrar que estamos viviendo... Saludos

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